Estas son algunas de las joyas que nos encontramos en Lalibela:
Durante toda la visita a las Iglesias nos acompañaron, a parte de nuestros guías, dos personas, uno de ellos era un guía local destinado a enseñarnos y explicarnos el complejo y el otro, servicial y sonriente en cada momento, se encargaba de llevar nuestro calzado (para entrar en los templos es necesario descalzarse) de la puerta de entrada a la puerta de salida de cada una de las iglesias. Nadie nos explicó si ese era su trabajo o simplemente lo hacía para ganarse el alimento con la propina que por supuesto le dimos, pero el caso es que nos quedamos con la boca abierta la primera vez cuando al salir por una puerta distinta a la de entrada nuestros zapatos estaban milagrosamente esperándonos. Y lo más sorprendente de todo es que desde el primer momento supo exactamente cual era el calzado de cada cual. Era un hombre realmente entrañable:
La visita a los dos grupos de Iglesias la dividimos en dos, visitamos el primer grupo por la mañana, y el segundo y Bete Giorgis por la tarde. Entre medias comimos injera en un restaurante tradicional cercano al hotel y fantaseamos con la idea de montar un restaurante etíope en Madrid (¡no hay ninguno!). Antes de comer, en la parte de fuera, estuvimos entreteniéndonos con un juego de origen africano llamado GABATA (también llamado WARI http://www.efdeportes.com/efd9/jue9131.htm). Había un tablero hecho de piedra cerca de la puerta y aunque Million no se acordaba muy bien de las reglas del juego, un hombre que andaba por allí se sentó con nosotros y echaron juntos una partida (un ejemplo más de amabilidad). :
Mientras jugaban me di cuenta de que el reloj del hombre marcaba las 8 de la tarde, me fijé porque sí, sin ser consciente de ello, pero luego por la tarde, cuando visitamos una de las iglesias y vi que el reloj marcaba las diez, me vino a la cabeza nuestro amigo de la comida y recordé haber leído en algún sitio que los etíopes tienen un horario diferente al occidental. Efectivamente, ellos toman como referencia el amanecer de modo que su reloj empieza a contar a las 6 de la mañana. Por tanto, si queremos pasar de la hora occidental a la hora etíope debemos de restar seis horas.
Por la tarde, la visita del segundo grupo de iglesias se vio completamente eclipsada por Bete Giorgis, que es impresionante desde cualquier perspectiva no sólo por su arquitectura sino también por su emplazamiento. En el itinerario primero se contempla la Iglesia desde arriba y después hay que bajar por una cuesta y atravesar un pequeño tunel, excavado en la roca, que conduce directamente a la entrada principal de Bete Giorgis. En su interior el espacio resulta reducido y su decoración es similar al del resto de Iglesias, de una completa austeridad exceptuando las cruces, libros antiguos y demás enseres ceremoniales (bastones, tambores y sistros) que el sacerdote muestra a los visitantes. Es habitual que los turistas hagan fotos de estos momentos, por sus ropas, por lo espectacular de las cruces, por lo distinto de las imágenes religiosas que nosotros conocemos, y por eso los sacerdotes, cuando exponen sus cruces, o enseñan los libros, adoptan unos gestos y unas posturas dignos del mejor de los posados. Es una situación curiosa, que choca bastante con el contexto y con el embelesamiento en que se encuentran los monjes momentos antes. El sacerdote de Bete Giorgis estaba tan acostumbrado a las fotos que sacó de entre sus cosas unas gafas de sol en cuanto oyó la palabra Flash
Cuando dejamos Bete Giorgis una mujer, cubierta de blanco, se acercó a rezar a la Iglesia. Rezó durante mucho tiempo, inmóvil desde la distancia. Es muy frecuente ver escenas así, en Lalibela y en el resto del país, de hecho sólo los monjes de Lalibela rezaban en interior de las iglesias. Esto es así porque los fieles de la Iglesia Ortodoxa de Etiopía siguen los llamados “cuatro estados de pureza ritual” según los cuales los cuales los fieles pueden o no penetrar en el templo.

Más adelante dos niños salieron a saludarnos. Eran los hijos del religiosos y para nuestra sorpresa usaron el español para pedirnos un caramelo. Es increíble la capacidad que tienen para aprender palabras en otro idioma, cuando intentas intercambiar palabras entre el amárico y el español repiten a la perfección cada cosa que les dices. Sin embargo nosotras…. Todo lo que hemos aprendido en dos semanas es ameseguenaleu (gracias) y de mala manera.
A la vuelta de las iglesias nos tomamos un café-te en el hotel( mezclan el café y el té de tal manera que pueden diferenciarse perfectamente, el té queda abajo y café arriba, merece la pena probarlo) maravilladas de la intensidad de los colores de Lalibela
Mientras tanto Anunci seguía buscando una tarjeta para su cámara de fotos, y la verdad es que la hubiera conseguido en Lalibela de no haber sido tan efusiva. Anunci es una de las personas más expresivas que conozco y tenía tal desesperación por la pérdida, que cuando la mujer de la tienda le dijo que las tenía poco menos que se avalanza sobre Million. Evidentemente, semejante muestra de alegría le sirvió a la dependienta para subir el precio de manera exagerada, con lo que nos fuimos de Lalibela sin tarjeta y con la esperanza de tener más suerte en Mekele.
Recuerdo con especial cariño la segunda noche que pasamos en Lalibela. Ese día no había luz y tuvimos que cenar a la de las velas. Realmente pienso que eso fue un regalo porque se creo un ambiente muy especial alrededor de la mesa. Hablamos bastante y aunque se había roto el hielo desde el primer día en ese momento me gustó sentirme entre amigos, olvidando por completo que ellos eran los guías y nosotras las turistas. Solomon empezó a perder la vergüenza y antes de irnos nos sorprendió con sus primera palabras en español, nos dijo: MAÑANA MEKELE
Y al día siguiente partimos de Lalibela con dirección a Mekele.