miércoles, 19 de mayo de 2010

15 de Julio de 2009: El lago Tana



Aunque se acercaba el final del viaje aún nos quedaban al menos tres lugares impresionantes donde poner nuestra huella. Uno de ellos era el Lago Tana.

Salimos de Gondar hacia Bahr Dar por la mañana muy temprano, cuanto más cerca nos encontrábamos del nacimiento del Nilo más protagonismo tomaba el agua, en algunos tramos de carretera el agua rojiza, muy viva, rebosaba los puentes. El coche salpicaba agua en todas las direcciones, parecía que todo a nuestro alrededor era agua.

Al llegar a Bahr Dar tuvimos que esperar cerca de una hora a que una de las lanchas nos recogiera para visitar el lago. Los jardines donde esperábamos estaban cubiertos de ramas y humedad. Entre los árboles, decenas de monos saltaban de una lado a otro, al acecho de cualquier trozo de comida que pudieran llevarse a la boca. La recomendación era no acercase a ellos, no eran tan pacíficos como los Gelada.

Una vez en el barco, bajo el calor del sol de África, disfrutamos de la aguas calmadas del lago Tana, de su color azul grisáceo y sobre todo de su silencio.


El lago Tana, con sus 75 km de largo y 65 de ancho es el más grande de todos los lagos etíopes. Se extiende a una altitud por encima de los 1700m y aunque su profundidad no supera los 14 metros sus aguas tienen abundante pesca, hipopótamos y su entorno y orillas es muy rico en especies animales y vegetales. En el lago Tana confluyen más de 60 ríos, entre ellos el Nilo Azul.

  

Aunque las embarcaciones que pudimos ver en nuestro paseo eran lanchas de turistas similares a la nuestra, los habitantes del lago conservan los llamados tankwas, fabricados manualmente con papiro, bambú y cuerdas.

 
En el interior del lago hay un total del 37 islas que a su ver albergan más de 20 monasterios y templos, puesto que durante varios siglos, las tierras que rodean el Tana fueron las elegidas por los emperadores para establecer sus cortes. Por su aislamiento geográfico, sirvieron de refugio durante el avance islámico a medidados del sigo XVI. En el interior de estos monasterios, como en los de todo el Norte de Etiopía, se almacenan, sin protección alguna, pinturas, manuscritos, reliquias. Todas estas joyas son mostradas, como en Lalibela, como en Axum, como en Wukro, mano a mano. Las custodian los monjes y su riqueza paralela es la monedas que con ellas consiguen para sus sustento. El patrimonio histórico de Etiopía se expone así a la intemperie, a la suciedad de las manos, al polvo de las vitrinas abiertas, a su desaparición con el paso del tiempo.


 
Tras dos horas de paseo por el Lago hicimos una parada en el Monasterio de Debre Maryam. Como muchos de los templos de Etiopía su techo se encuentra coronado por huevos de avestruz, simbolizado la fortaleza de su religión. De planta circular, las paredes del monasterio están cubiertas de pinturas, probablemente las más impresionantes que pudimos ver en todo el viaje.



De regreso, paramos los motores buscando y acercarnos a los hipopótamos, pero solo se dejaron intuir, muy a los lejos, y nos quedamos fascinadas con sólo ver como alguna cabeza acariciaba la superficie del agua.


2 comentarios:

  1. Hola! De blog en blog he llegado al tuyo y lo he leído de un tirón. Has escrito el viaje que soñamos realizar desde que un tesoro amara llegó a nuestras vidas hace 3 años. En fin, algún día...
    Mientras tanto, nos dedicamos a leer y aprender sobre Etiopía, y a tratar de imitar sus maravillosas injeras, no sé si con mucho éxito... ;-)

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  2. Ja,ja,..María te sigo de blog a blog... y te cuento, en Julio compartiremos las entradas de Qirb con las de Días de Ensueño en Etiopía, pues Cristina viaja en el grupo Abay que comentaba en respuesta a tu comentario en Qirb..

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