martes, 14 de septiembre de 2010

Descubriendo a Gebre Menfes Kedus

El primer día del viaje tardamos en salir del hotel, le dedicamos nuestro tiempo al desayuno, a ordenar nuestras cosas y a repasar todos los objetivos a cumplir en los próximos días. La impresión inicial era la de que todo transcurría lento, a un ritmo diferente, tal vez por el cansancio acumulado del viaje, tal vez porque detener el tiempo es la mejor forma de disfrutar de Etiopía.

En el plan inicial del viaje no teníamos nada especial programado para ese primer día de aterrizaje así que cuando nuestro guía y amigo Eshetu nos propuso visitar una iglesia cercana a Addis a todos nos pareció bien. En el mismo hotel nos juntamos con una de las familias ABAY que habían viajado a Etiopía unos días antes a recoger a su tercer hijo y repartidos en dos coches salimos de Addis tomando la carretera que conduce a Djibuti.

El monasterio de Zekwala Maryam (en otros textos también trascrito como Zuquala Maryam) se encuentra a unos 30 km de Addis Abeba, en dirección a Awash. Este monasterio se encuentra en lo alto del Monte Zekwala (o Zuquala), un volcán aislado en medio de la llanura y cuyo cráter se ha convertido en un frondoso bosque tan rico en vegetación como en fauna.

De camino al monasterio hicimos una parada al pasar el rio Awash, de agua turbia y caudalosa como corresponde a la temporada de lluvia. Justo antes del puente en que nos detuvimos había un pequeño poblado, y desde él vinieron corriendo hacia nosotros los primeros niños a saludarnos, hablarnos y observarnos con toda la curiosidad que cabe en los inmensos ojos etíopes.



El monasterio fue fundado por el monje egipcio Gebre Menfes Kedus (Siervo del espíritu Santo) que según la tradición popular llegó desde el desierto a Etiopía cuando reinaba Lalibela. Fue precisamente con el rey Lalibela con quien emprendió un largo viaje desde el norte de Etiopía hasta los alrededores de Addis Abeba, y al descubrir el apacible cráter del Zekwala donde el monje le pidió al rey que construyera una iglesia a imagen de las de Lalibela tal y como el soñó que harían en un sueño.



Excavada en la roca la iglesia fue prácticamente destruida por las incursiones musulmanas de Ahmed Gran y reconstruida en 1912 por Haile Selassie. Su fachada consta de 24 ventanas representando los 24 sacerdotes celestiales y 10 puertas, una por cada mandamiento. En su interior, como en todas las iglesias que visitaríamos en adelante, se guardan numerosas pinturas representando escenas de la biblia y una réplica del preciado Tabot (arca de la alianza), así como los instrumentos empleados en la liturgia y otros ornamentos como sombrillas y cruces. Uno de los tres diáconos de la iglesia nos mostró algunos de estos objetos



Entre estas pinturas se encuentra una imagen del monje Gebre Menfes Kedus rodeado de animales puesto que la tradición popular cuenta que en los desiertos de Egipto convivía con tigres y leones. También se cree que el santo no comió ni bebió ningún miércoles en toda su vida y que por este motivo ascendió al cielo en vida. En la iglesia hay dos celebraciones al año para conmemorar al santo a las que acuden muchos peregrinos desde Addis Abeba y que son unas de las festividades más populares de Etiopía.


En el interior del lago se encuentra un pequeño lago cuya agua es considerada bendita. Parece ser, según nos dijo Eshetu, que en Etiopía hay varias fuentes en honor del santo egipcio a las que se atribuyen propiedades curativas.

Tras la visita al monasterio disfrutamos del bullicio de un mercado cercano donde el ganado, los cereales y el juego de los niños se mezclaban en cada metro cuadrado de tierra y nos marcaban la retina con las primeras imágenes y rostros de nuestra querida Etiopía.



2 comentarios:

  1. Y el olor a tierra mojada, a café recien tostado, a enyera hecha con leña y carbón se mezclaba con todos nosotros según avanzaba el primer día...

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  2. Etiopia tiene el olor a pais de ensueño si se sabe ver con los ojos del corazón a grandes tristezas y grandes alegrias, a rostros cen los que no les cabe una sonrisa más grande, a bondad, a compartir, a ser, a vivir, a disfrutar y a arropar a todo aquel que llega sin esperar nada a cambio.
    Me quedo contigo compartimos un mismo gusto por un país tan lejano, yo me traje el mejor de los regalos de allá, se llama Berhanu

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