viernes, 2 de octubre de 2009

11 de Julio de 2009: Llegada a Axum

La segunda cita obligada (cronológicamente la primera) en la llamada ruta histórica es la visita a Axum. Si Lalibela es el lugar donde reside el profundo sentimiento religioso del pueblo etíope, Axum alberga la semilla de su tradición, su historia y sus más arraigadas creencias.
En la actualidad Axum es una ciudad del norte de Etiopía dedicada fundamentalmente a la agricultura. Sin embargo, Axum tiene un toque de distinción respecto a otras ciudades del Tigray al estar sembrada de las huellas del glorioso imperio axumita. Además, estas huellas, pese a estar muy deterioradas por las cicatrices del tiempo y proceder de una civilización que tuvo su origen al inicio de la era cristiana, son los pilares del las más sagradas creencias del pueblo etíope.
El imperio axumita, cuya capital estaba en Axum, se extendía desde Eritrea hasta el norte de Etiopía y en ciertos periodos abarcó algunas regiones del sur de Sudán y de Yemen. La actividad económica del imperio axumita dependía de las rutas comerciales hacia el mar rojo. Fue el primer estado africano en acuñar moneda y durante su gobierno la escritura geez, la primera lengua escrita en Etiopía, sustituyó al griego en la liturgia.

Llegamos a Axum a media tarde. En el hotel nos esperaba Sisay, nuestro guía local en Axum, estudiante de teología y amigo íntimo de nuestros compañeros de viaje. Simpatizamos con Sisay desde el primer momento. Después de descargar las mochilas hicimos una pequeño recorrido por la ciudad, desde el cuatro por cuatro pasamos por todos los lugares de interés que visitaríamos detenidamente al día siguiente (el Parque de las Estelas, la iglesia de Santa María de Sión, etc) e hicimos dos paradas, una en los baños de la reina de Saba (un embalse de agua inmeso excavado en la roca) y otra en un mirador cercano desde donde pudimos contemplar los imponentes obeliscos en el parque de las estelas. Anochecía, caía una lluvia fina y la imagen tenía algo de irreal, algo de viaje en el tiempo, como si las estelas realmente no estuvieran ahí, como si fueran una aparición o una ilusión.
Cenamos en el hotel escuchando música de Bezuayehu Demissie y bromeando con la plataforma giratoria de la mesa con la que el camarero nos iba pasando los platos. Buena comida, buena compañía, mucha complicidad y risas. Nos fuimos pronto a la cama, nos esperaba un día intenso….

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