martes, 18 de agosto de 2009

8 de Julio de 2009: Visita a las Iglesias de Lalibela

A estas alturas del viaje ya sospechábamos que uno de los principales rasgos culturales que hacen que Etiopía sea un país mágico es que todo tiene un significado, desde los nombres, los colores, la disposición de cada cosa en los templos y la misma historia del país. En Etiopía nada es casual, todo está sujeto a la leyenda, todo sigue las pautas de una lógica a caballo entre el cuento y la historia, una lógica en la que la fé es mucho más importante que los hechos. Visitar la Lalibela es desplazarse al escenario mismo de la leyenda, es vivir en un palacio donde las cosas no son lo que son sino lo que significan.

Según la leyenda siendo aún recién nacido el rey Lalibela (de la dinastía Zagwe que reinó en Etiopía entre 1137 y 1270), su madre observó un día que un enjambre de abejas cubría su cuna; viendo en ello un significado de futura grandeza exclamó: ¡Lalibela! que significa “las abejas reconocen su soberanía” dándole desde entonces ese nombre.
Siendo Lalibela un muchacho fue envenenado por Harbe, monarca reinante y hermanastro suyo, dada la envidia que despertaba en él el augurioso futuro de Lalibela. El futuro rey cayó en sueño mortal y en plena lucha por la vida, unos ángeles lo transportaron al cielo donde pudo contemplar un sinfín de construcciones singulares. En el cielo Dios le reveló su futuro: sobreviviría y sería rey, pero a cambio le construiría, siguiendo su plan, algunos edificios similares a los que había visto en su sueño. Harbe, también siguiendo instrucciones divinas abdicó a favor de su hermano.
Cuando Lalibela alcanzó el trono estableció el centro capitalino en plenas montañas de Lasta, denominando el lugar Roha. Lalibela extendió el reino y durante 20 años, el tiempo que tardó Salomón en construir el templo de Jerusalén, excavó la rojiza roca volcánica de Roha para erigir once iglesias. La leyenda asegura que las obras terminaron en tan poco tiempo gracias a la contribución de los ángeles, que continuaban los trabajos de los hombres por la noche.
Más tarde, el monje egipcio Guebre (Siervo del Espíritu Santo) llegó a Roha. Lalibela recibió al monje con gran respeto y lo tuvo consigo durante un determinado tiempo. Guebre Menfés Kedús era un hombre fuera de lo común, en los desiertos de Egipto había vivido con tigres y leones y el pelo de su cuerpo había crecido tanto que le servía de vestido. Tras un periodo de estancia en Roha rey y monje emprendieron viaje hacia las tierras del sur donde Guebre Menfés Kedús escogió el lugar, cerca de la actual Addis Ababa, de su morada definitiva. Un día, el monje le dijo al rey: “Constrúyeme aquí una iglesia como las que erigiste en tu ciudad y vuelve sin dilación a tu tierra porque el tiempo que te queda de vida es corto”. El rey Lalibela entonces empezó la construcción de Adadi Mariam (a 60 km al sur de Addis Ababa) y volvió a su tierra donde murió y fue enterrado en Bete Gólgota, una de las iglesias erigidas por él. A su muerte la capital de los Zagwe, Roha, tomó el nombre de Lalibela, nombre que ha permanecido hasta nuestros días.
Estas leyendas y tradiciones fueron recogidas siglos más tarde en las Actas de Lalibela (XV).

Por otro lado, y dejando a un lado la leyenda, la posible explicación a la construcción de este complejo, fue el intento de el rey Lalibela de construir una Jerusalén que sustituyera a la terrestre, puesto que la peregrinación a la verdadera entrañaba un alto riesgo para los peregrinos. Por ello, y teniendo en cuenta que el mismo Lalibela había viajado a Jerusalén de joven, se cree que intentó sustituir tal peregrinación sin privar a su pueblo de su significado.
Así el primer grupo de iglesias del complejo sustituye a la Jerusalén terrestre (Bete Medahne Alem, Bete Maryam, Bete Meskel y Bete Gólgota, Bete Mikael y Bete Denaghel) y el segundo grupo (Bete Emmanuel, Bete Merkorios, Bete Kidus Gabriel-Rafael y Bete Aba libanos) a la Jerusalén celestial. Además, el nombre de otros lugares parece confirmar que la ciudad estaba destinada a sustituir simbólicamente los Santos Lugares: La Tumba de Adán, el monte Tabor y el río Jordán. Por último, separada de ambos grupos se talló la iglesia Bete Giorgis, que simboliza el arca de Noé. Construida en honor a San Jorge, patrón de Etiopía.

Las iglesias de Lalibela no son edificios construidos con piedras ni con maderas ni con ningún otro tipo de material. Las iglesias de Lalibela son grandes bloques de roca aislados del resto de la montaña por una zanja de varios metros de profundidad. Una vez separado el monolito comienza el trabajo de horadarlo, comerlo por dentro y hasta hacer emerger ventanas, puertas, columnas y capiteles.

Adentrarse en el conjunto de Iglesias de Lalibela es adentrarse en el transcurso de los siglos. Las imponentes iglesias se comunican entre si a través de un complicado sistema de túneles y pasadizos con grutas. Lo parecido de todos ellos, unido al hecho de estar bajo el nivel del suelo hace difícil la orientación. Por otro lado, el asombro ante el descubrimiento de un lugar tan especial hace difícil mantener la noción del tiempo y el espacio.

Las iglesias son únicas, qué duda cabe de ello, pero la visita del complejo no sería igual de impactante si no estuviera salpicada de visiones y escenas que sólo pueden encontrarse en Etiopía. En los rincones de las iglesias, en pequeñas cuevas excavadas en la roca, viven decenas de monjes y mojas dedicados a la meditación y la oración. El encuentro con estos monjes, que parecen no verte, ni sentirte, ni alterarse por nada, hace de Lalibela un lugar aislado del mundo, un lugar sumamente espiritual.

Las iglesias son oscuras, iluminadas únicamente por la tenue luz que entra por las ventanas. La austeridad y el aspecto descuidado, por otro lado, contribuyen a la sensación de que Lalibela no es de este mundo. Pero las iglesias de Etiopía albergan en verdad grandes tesoros que se va revelando poco a poco, según se acostumbra el ojo a la penumbra. Cruces procesionales, manuscritos, lienzos, iconos y coronas que el sacerdote principal de cada iglesia enseña a los visitantes.

El conjunto de iglesias de Lalibela, fue declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.


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